Una promesa de parte de alguien confiable lleva en sí el poder para transformar la mente y la actitud de una persona, y encender la llama de esperanza donde antes existía solamente depresión, temor y preocupación. Podría tratarse de una promesa por un nuevo trabajo, un mejor sueldo, una nueva casa, o el galardón por un trabajo bien hecho. Sin embargo, una promesa solamente tiene valor, si quien promete es una persona íntegra. La promesa de un mentiroso es como el viento que llega y desaparece.
En el universo no existe nadie más confiable que Dios. Desde el principio, Dios ha hecho sus obras a través de sus palabras, y ha declarado que su palabra es eterna y no puede fallar. Por su palabra, Dios creó el universo, el mundo y todo lo que en él hay.
La Palabra de Dios Tiene Poder
Es importante que sepamos que cuando Dios habla, sus palabras llevan en sí poder. El declara, “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:10-11). Entonces, podemos concluir que la Palabra de Dios representa su poder, su forma de cumplir con sus propósitos en la tierra.
Cuando el ángel Gabriel llevó su mensaje a María acerca del nacimiento de Jesús, dijo algo importante que debemos tomar en cuenta. Después del anuncio a María y de compartirle el milagro que ya había vivido Elisabeth, Gabriel declaró, “porque nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:37).
El Poder De Una Promesa de Dios
Una buena definición de una promesa podría ser: Una promesa de Dios es una declaración de parte de El que lleva en sí el poder para cumplirse, siempre y cuando las condiciones se cumplan.
Al pasar tiempo estudiando las escrituras es fácil encontrar muchísimas promesas hechas por Dios. Existen promesas en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, promesas que tocan cada área de la vida.
Un Mejor Pacto
Cuando hablamos de los pactos es necesario
que entendamos que Dios ha hecho pactos a través de la historia para el
beneficio del hombre. Por medio de Jesucristo, Dios hizo su último pacto, el
más poderoso de todos. “Pero ahora tanto mejor ministerio es el
suyo (Jesús), cuanto es mediador de un mejor pacto,
establecido sobre mejores promesas” (Hebreos 8:6).
Un buen ejemplo es la promesa de salvación
que existe bajo el Nuevo Pacto. Dios declara a través de Pablo, “si
confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios
le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).
Las Promesas Siguen Vigentes
Las
promesas representan la manera que Dios usa para establecer su voluntad en el
mundo. Nuestra ignorancia o pasividad en cuanto a las promesas de Dios puede
determinar la calidad de nuestra vida. En 2 Corintios 1:20, encontramos una
declaración sorprendente.
Es como el chófer de un taxi que siempre
encuentra los semáforos con luz verde y nunca tiene que parar, porque la luz
siempre está verde cuando él pasa en su auto. Así es nuestro Dios. Todo lo
bueno que él ha prometido al hombre está disponible para el creyente. Pero las
condiciones se tienen que cumplir. La frase, “por medio de nosotros,”
significa que somos nosotros quienes determinamos si recibimos el beneficio de
la promesa o no.
Una Promesa Es Una Semilla
Una promesa de Dios representa lo que Él
quiere hacer en tu vida. El poder para cumplir la promesa se encuentra en la
misma palabra de la promesa, como el poder para que crezca una manzana se
encuentra en la semilla de la manzana. Mientras uno no siembra la semilla, no
verá el fruto que potencialmente existe dentro. El poder para que brote un
manzano, está dentro de la semilla. Es siempre “Si y Amén.” Simplemente
requiere que sea sembrada en la tierra.
¿Cómo podemos activar las promesas de Dios?
1. Llena tu mente y tu corazón con una visión de
la promesa ya cumplida
·
Medita en la
promesa día y noche hasta que sea real en tu corazón.
·
Mantén los
ojos en la promesa y no en las circunstancias.
2. Proclama la promesa en voz alta
constantemente.
3. Actúa y habla como si fuera la verdad.
4. Nunca dudes del poder de la promesa de Dios.
· Decide que
vas a recibir lo que Dios dice.
5. No dejes de creer, hablar y actuar hasta que haya
llegado la manifestación.
· No te rindes
nunca.
· Sigue
haciendo la voluntad de Dios.
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